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lunes, 19 de mayo de 2014

El puente de la rosas rojas.

Tozudo en no olvidarte, tiendo un puente sobre el río para verte. Estas rosas rojas, clavadas sus espinas en mi recuerdo, asidas con fuerza con mis manos entre mi pecho, atravieso el puente, cruzo el río,  busco tu llanto a la orilla del olvido, el recuerdo de tu encanto. Garza blanca, pensativa entre el agua y la alameda, soñando despierta, si el puente me dejaría cruzar,  dónde me llevaría el río. Tú que has sido el puente que siempre queda, el agua de mi sed, has sabido guardar del río que se fue, agua dulce, olvidando mi embriaguez, siguiendo cauces hasta la mar. Sobrio mi corazón perdido, he vuelto a deshacer camino, empeñado en no olvidarte, con estas rojas rosas prendidas entre mi pecho, apretadas ahora en el tuyo, unidos, encontrando nuestros labios a tiempo, hablamos en silencio besos, viendo el puente que nos une, el río que se va. Rojas rosas , de pétalos cubrimos el puente, para volverlo a cruzar.

He pensado mucho en Francesca y en Robert, pero los guiones están escritos para que se cumplan. Hasta los renglones torcidos. Así en la ética de la familia, nada que se salga de la normalidad, es correcto por no hablar de los asfixiantes prejucios humanos o de las convenciones sociales. 
Para los que han leído hasta aquí, es inevitable vuestro desconcierto si no aclaro antes que hablo de la magnífica película "Los puentes de Madison", inspiración  en color rosa, de una metafórica entrada al blog. Naturalmente los rosas rojas son para el puente que Francesca y Robert debieron elegir, si yo hubiera escrito el guión. ¿Hubiera sido capaz? ¿He roto yo,  alguna convención social? El miedo nos atenaza, tantas veces nuestros días...que nadie hablará de mí, cuando ya no esté. Es verdad como dice Francesca, que con la edad el temor se apacigua, así que me esfuerzo al menos, en ser un tipo honesto y que aquellos a los que más quieres, te conozcan en esta breve estancia. Un joven y virtual amigo mexicano, me dice a veces, que le gusta más cuando escribo, en clave personal. No lo sé, aunque si a algun@s gusto, es porque coincidimos en la honestidad de intentar ser uno mismo. Los fantasmas y miedos en que tantas veces ambientamos y recreamos nuestras vidas, hacen la misma, irreconociblemente ajena, a uno mismo.
Francesca no pudo, no supo o entre todos la asfixiamos, para seguir su deseo. Robert tomó el camino que tampoco había deseado. Los renglones torcidos que no se debieron haber escrito.

Los puentes son lazos que unen, se añoran cuando se rompen. Me gustan los puentes firmes y fuertes, desafiante a las aguas turbulenta. Me gustas cuando pasas la vida tendiendo puentes en vez de levantar murallas. Me gusta mirar a la orilla y encontrarte, cruzar la vista pensando que a la mitad de camino ,estamos más cerca. Puentes hechos de frases, miradas, sentimientos. Promesas cumplidas, hombro donde posarse, lágrima de consuelo, abrigo de invierno. Los puentes son, caminos cortos entre dos orillas, que quieren reconocerse, sin hacer frontera ni frente.

Apuesto por romper los muros de los prejuicios, de las sospechas y rencores. Limpiar de fantasmas y miedos el día, despejando el aire que respiro, ilusionado por todo lo que tengo que conseguir, que no puedo dejar escapar. A fin de cuentas, somos aquello, que hemos elegido. Cruzar el puente o vivir orillado, mirando lo que pudo ser y has dejado de lado.

Con pétalos de rosas rojas escribo esta despedida al post, con unos versos de desamor entre el puente y el río de un largo poema de Manuel Benitez, cantado por un paisano mío, Juan Valderrama. Yo me despido de vosotros hasta la próxima semana. Que seais felices hermanos.

"Agua paso por la vida;
piedra, huella de su paso;
río, terrible fracaso;
puente, esperanza cumplida.
En esta doble partida
procura, corazón mío,
ganarle al agua con brío
esto que tienes de puente,
y que pase buenamente
esto que tienes de río.
y aquí termino el cantar
de los puentes que se quedan,
de las aguas que se van."



La nota de humor:



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